Lo último que hice en el ya finalizado año 2009 fue leerme "invisible" de Paul Auster. Conocí su obra en un viaje a New York leyéndome la mítica "trilogía de Nueva York". No se puede elegir un mejor lugar para leer dicho libro que estando en la ciudad que nunca duerme. Allí estaba yo, con mi amigo Mac, recorriendo los mismos lugares que los protagonistas de "ciudad de cristal", una de las tres partes de la trilogía (junto a "fantasmas" y "la habitación cerrada"). Disfruté enormemente ese libro y ese viaje, pero debo confesar que es lo único que había leído de Paul Auster (sí, no he leído "leviatán" ni "la noche del oráculo" ¿qué pasa?) hasta ahora. Prometo poner remedio a esto en los próximos meses.
Me gusta mucho la manera de narrar de Auster: el azar dentro de lo cotidiano; los diferentes caminos que toman los personajes para, casi siempre, volverse a encontrar en unas circunstancias nada comunes para el resto de los mortales, pero que Auster hace creíbles al 100% con su maestría; lo bien que juega con el lector para no dejarnos saber del todo lo que es realidad y ficción...
En "invisible" se repiten estos mismos patrones. El protagonista es Adam Walker, estudiante de literatura en la universidad de Columbia. Estamos en 1967 en una fiesta de estudiantes. Rudolf Born y su compañera Margot entran por casualidad en la vida de Walker al proponerle éste dirigir una revista literaria. A partir de aquí, Auster empieza a llevarnos adelante y atrás en el tiempo, a narrar en primera y tercera persona, a crear historias paralelas de los personajes, a intrigarnos, a hablarnos de sexo, esclavitud, política y espionaje de una manera que a mí, personalmente, me ha dejado sin aliento. No quiero explicar más de la trama del libro. Vete ahora mismo a la librería de tu barrio y cómprate inmediatamente "invisible", un libro que, pese a que su final me ha decepcionado un poco (he dicho "un poco"), es, según los incondicionales de Auster, una de sus mejores obras. No lo dudo.
Qué mejor manera de homenajear a Auster que con el que debería ser el himno oficial de New York City (Nu Yok, como pronuncian los NewYorkinos) interpretado por el que debería ser algo así como el alcalde honorífico perpetuo de la ciudad. Feliz 2010.